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🎧 AudioQuin ✅ Una Gran Aventura

🎧 AudioQuin ✅ Una Gran Aventura

¿Se atrevería a dar el gran paso? 
María sabía que era una ridiculez, pero le daban miedo las alturas y cualquier otra cosa mínimamente arriesgada. Entonces, ¿por qué había accedido a saltar desde un avión? 
Sí, también sabía que era una estupidez, pero la culpa era de su orgullo y de su necesidad de estar con Eddie, que iba a saltar con ella. El atrevido y aventurero Eddie, su primer amor, el mismo que la había rechazado hacía años con la excusa de que era sólo una chiquilla. 
Eddie no podía evitar darse cuenta de que María era ya toda una mujer... una mujer que lo atraía enormemente. El problema era que sabía que ella lo odiaba por todo lo ocurrido en el pasado. ¿Se atrevería a dar el paso para saltar del avión... y comenzar una vida junto a él?



Resumen...

María tiraba piedras al agua desde una roca. María se volvió y descubrió a Eddie con las manos en los bolsillos. Además, era mucho mayor que ella.

María se dio cuenta de que debía de ser la hora de comer. Tenía hambre, pero estaba segura de que si comía, vomitaría en cuanto se subiera a la canoa y empezaran el agitado descenso. Odiaba el deporte de aventura. Caminaron juntos varios minutos antes de que notara que Eddie la miraba con curiosidad.

Giró la cara hacia el lado contrario para ocultar Un par de lágrimas que asomaban a sus ojos. Eddie se detuvo y se cruzó de brazos.
María se pasó el dorso de la mano por la cara y sacudió la cabeza. Seguro que te pasa algo con un chico.

Seguro que se trata de un chico, repitió Eddie en tono burlón. Es por ese tonto río dijo al fin María. Tengo miedo, María sintió tal alivio al expresar su temor que ya no pudo parar. Tus padres no te obligarían a hacer algo que no quieras.
Eddie se quedo a su lado. Si realmente no quieres hacerlo, deberías decírselo a tus padres. ¡No!, gritó María. No podía soportar la idea de que sus padres descubrieran su secreto.
María apretó los labios y tiró con fuerza de la hierba. ¡Niños...!, masculló Eddie. Y María pensó que no tenía derecho a llamarla niña cuando él lo había sido hasta hacía muy poco. Dos horas más tarde, sus padres y Eddie bajaban los kayaks al río.

Va a ser un descenso fantástico. María comenzó a temblar. Al volverse, vio a Eddie apoyado contra una roca, mascullando y vociferando al tiempo que se llevaba la mano al pie, acusando dolor. Con lo buen escalador que eres, ¿cómo puedes torcerte el tobillo caminando en llano?, preguntó el padre de María.
Eddie tenía el rostro contraído por el dolor pero sonrió. Eddie la detuvo con un gesto de la mano.
Pero quizá necesite ayuda, Eddie miró a María. Yo me quedo contigo, Eddie, no te preocupes. Yo cuidaré de Eddie. Eddie se apoyó en ella y caminaron hacia la furgoneta.

En cuanto los kayaks estuvieron fuera del alcance de la vista, Eddie dejó de cojear y se adelantó a ella mientras María lo contemplaba con ojos abiertos como platos. ¿Tú también te lo has creído?, preguntó él, volviendo la cara por encima del hombro.

Tus padres creen que disfrutas con estas cosas.
Sólo necesito descubrir mi espíritu de aventura.
Eddie le dedicó una sonrisa que la hizo sentirse tonta

Eddie rió entre dientes, se incorporó y sacó el teléfono móvil del bolsillo. Ahora vete a jugar un rato a ver si descubres tu espíritu de aventura. Estaba segura que su novia ya habría descubierto su «espíritu de aventura».

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