Ir al contenido principal

🎧 AudioQuin ✅ Luna De Miel Apasionada


El matrimonio no era de verdad pero... ¿y la luna de miel?
Joanna había soñado con casarse con Matt desde su primer beso, y con que el día de su boda sería el más feliz de su vida...
Pero Jo y Matt habían roto cinco semanas antes de la boda, aunque lo habían mantenido en secreto y habían continuado una relación fingida. Su matrimonio era una falsedad pero, si lo que estaban haciendo era fingir, ¿por qué parecía tan real lo que sentían? ¿Y por qué le había propuesto Matt una verdadera luna de miel?


Resumen...

Tenía que volver a verlo. Joanna iba soltando un improperio detrás de otro mientras agarraba el teléfono inalámbrico del salón y se dirigía hacia el sofá. Tenía que volver a ver a Matt. Aquello casi logra alejar de su cabeza la preocupación constante que sentía por su abuela.

Desde que su abuela le había pedido que hiciera aquello, tenía un dolor de cabeza insoportable. Si había algún momento propicio para que le doliera la cabeza, ése era el momento. Miró el teléfono que tenía entre los dedos, sorprendida de que no le temblara la mano. Tenía que llamar a Matt para pedirle que fuera para allá.

Habían pasado demasiadas cosas y, sólo cinco semanas después, el dolor y el enfado ni siquiera se habían comenzado a desvanecer. La abuela quería verlo y él era su ahijado, el sobrino de su marido, probablemente, la persona que más le gustaba del mundo. Por la abuela. Era absurdo que su corazón le latiera como si se le fuera a salir del pecho sólo por pensar que iba a volver a oír su voz.

Cinco largas semanas y sus dedos todavía marcaban los números con la misma facilidad de siempre. Tenía que recordarlo aunque su mente evocara la manera en la que él cambiaba de tono al reconocerla y el tono frío y apresurado de un hombre de negocios se convertía en el saludo cálido y cómplice que un hombre reservaba para su mujer. Jo cerró los ojos y apretó el teléfono contra su corazón. Ahora ya no significaba nada para ella, sólo era el ahijado de su abuela, un amigo de la familia.

El sonido de su voz hizo que el corazón le diera un vuelco y que la verdad la mirara a la cara.
Jo cerró los ojos, enfadada consigo misma por dejar que la afectara tanto. Sólo habían pasado unas semanas, se recordó. Quizá el hecho de volver a verlo, como un extraño, era el revulsivo que necesitaba. Sus intenciones habían sido hablar con frialdad y distanciamiento, llamarlo Matthew en lugar de Matt e informarlo de la situación.

Cerró los ojos. Podía hacer que otra persona lo llamara para darle el recado de la abuela. La voz de Matt cambió y sonó más alta y clara, como si se hubiera acercado más el teléfono a la cara. Joanna hizo una mueca mientras la esperanza de colgar de manera anónima desaparecía.

«Si confiaras en mí, estarías conmigo» Esas habían sido sus palabras mientras sentía que el corazón se le rompía. Por supuesto, lo que aquellas palabras habían querido decir era que si la hubiera amado, habría estado a su lado. Igual que Joanna no había querido decir nada sobre su relación. Pero ahora ya no se trataba de ellos, se trataba de la abuela.

Ella apretó el teléfono y se aclaró la garganta. Quiere verte. Estaba recostada sobre unos almohadones y parecía muy pequeña en aquella enorme cama con dosel. Era una mujer que se esforzaba en mantener la mente activa.

Sin embargo, últimamente, sólo se ponía una bata y apenas se levantaba de la cama. Jo había ido a visitarla hacía dos semanas y, desde entonces, sólo se había separado de su lado para ir a trabajar. Su abuela sonrió. Como era de esperar, la abuela soltó una carcajada por el chiste de siempre.

Necesito saber cómo pretende tratar a mi nieta el resto de su vida. Joanna miró hacia abajo, intentando ocultar su expresión. Así es la vida. Vais a pasar vuestra vida juntos y yo tengo algunos consejos que daros.

Un león cuando se trata de proteger a su mujer, espera y verás. Su abuela estaba convencida de que estaba a punto de morir. Os guardaré un sitio para ti y para Matt. Joanna no pudo evitar una sonrisa.

Su abuela suspiró, echó la cabeza para atrás y cerró los ojos. Por favor, tráeme a Matt cuando llegue. Su abuela murmuró algo, ya medio dormida. Jo se aseguró de que tenía la campanilla al alcance de la mano y salió de puntillas de la habitación.

Su abuela no le daba mucho trabajo, pero sus constantes alusiones a la muerte eran agotadoras. Joanna se puso a recoger la cocina. A su abuela, probablemente, le preocupaba que Matt pensara que no era la esposa ideal, dedujo con ironía. Volvió a desear que Matt le hubiera dicho la hora exacta a la que iba a llegar.

Joanna sintió que el corazón le latía tan rápido que se le iba a salir del pecho. Todavía tenía el mismo coche, pero, claro, sólo habían pasado cinco semanas. Él miró hacia la ventana de su abuela mientras caminaba hacia la puerta. Joanna abrió la puerta, la oscuridad del vestíbulo la protegía.

Matt no sonrió y ella se dio cuenta de que echaba en falta la sonrisa con la que solía recibirla. La saludó con la cabeza, de manera cortante, mientras con la mirada la recorría de los pies a la cabeza. No, a menos que les ocurriera algún acontecimiento de vital importancia, algo que les arrancara la vida, su existencia y la volviera patas arriba. Matt encendió la luz y se quedó mirándola, su expresión cambió de seria a sorprendida.

Joanna se tocó el pelo. De hecho, el de Matt parecía más largo. La mirada de Matt seguía fija en su pelo. Joanna se enderezó, encantada con su nuevo corte.

Él dirigió la mirada hacia su cara y entrecerró los ojos.
Ignoraría todos sus comentarios personales y se centraría en la abuela. La abuela se pondrá muy contenta de verte. Matt dejó de escudriñarla y miró hacia las escaleras. Se quitó los guantes y los metió en los bolsillos de la chaqueta.

El enfado desapareció de sus ojos. Ya no se levanta de la cama porque se encuentra muy débil. Había compasión en su mirada. Matt se dirigió hacia las escaleras, sin quitarse la chaqueta.

Ella lo agarró del brazo. Además, ya no está arriba, ha preferido mudarse a la habitación de abajo. Matt se paró y la miró. Ella le soltó el brazo.

He traído mi ordenador portátil por lo que si me das una silla y me dejas un sitio donde pueda conectarme a Internet, estaré bien durante unos días. Pero, desde hace dos semanas aproximadamente, apenas se levanta de la cama. Matt apoyó los codos sobre la mesa y se pasó las manos por el pelo. El suave sonido de la campana sonó en la cocina y, antes de que Joanna soltara su taza, Matt ya había salido de la habitación.

Ya había salido corriendo hacia la habitación de su abuela. Joanna se alejó de la mesa y corrió tras él, insultándose por su cobardía. Cuando entró en la habitación, Matt estaba inclinado sobre su abuela, con los brazos alrededor de ella. La abuela sonrió, sus ojos azules brillaban de emoción.

Matt también miró hacia ella, con sorpresa. Había cometido el gran error de no decirle nada a Matt. Joanna dudó un instante, después, se acercó a la cama de su abuela, al extremo opuesto del que estaba Matt. Matt acercó una silla y también se sentó.

Joanna vio cómo se le iluminaba la cara a su abuela mientras arremetía contra Matt. La cara de la abuela se llenó de arrugas al esbozar una gran sonrisa. Sus ojos brillaban al mirar a Matt.


Comentarios