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🎧 AudioQuin ✅ Sólo Por Tu Amor

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Por fin tenía un anillo deslumbrante en el dedo…
Con la perspectiva de su inminente y fastuosa boda, Julie Montgomery se sentía la mujer más feliz de la ciudad. Su fiesta de compromiso estaba en boca de todo Boston. Pero, de pronto, Julie descubrió que había oscuros secretos en la vida del hombre con quien estaba a punto de casarse.
Matt MacLachlan quería proteger a su hermosa prometida y evitarle las complicaciones de la vida. Sólo quería lo mejor para ella. Pero estaba a punto de descubrir que el matrimonio consistía en compartirlo todo, tanto lo bueno como lo malo. Antes de poder darle el “sí, quiero”, a Julie, tenía que contarle su secreto.


Resumen...

De modo que así era como se sentían las princesas…

Su fiesta de compromiso se estaba celebrando en Celebre, el mejor restaurante de Boston, el lugar donde Matt se le había declarado. Ella llevaba un vestido de satén verde, el diamante de la familia MacLachlan en el cuello, unos preciosos pendientes y un anillo, todo gracias a la generosidad de su prometido. Teniendo en cuenta lo difíciles que habían sido los últimos nueve meses, con la muerte del padre de Matt y la subsiguiente caída de los negocios familiares, había sido casi un milagro que todos pudieran acudir a la fiesta. Julie parpadeó varias veces, como si lo que estaba viviendo fuera un sueño e intentara despertarse.

Ella, Julie Montgomery, nacida en Rockdale, un suburbio de Sidney, en Australia, iba a ser la novia de la que todos los medios de comunicación habían calificado como la boda del año. No sabía cómo había sido posible que un hombre como Matt se hubiera fijado en ella, pero no había ningún misterio en cuanto a ella se refería. Alto y apuesto, se paseaba por el salón con su elegante esmoquin con una sorprendente naturalidad, como si lo hubiera llevado toda la vida. Ninguna mujer sería capaz de mirarlo a los ojos, aquellos ojos azules como el hielo, y no quedarse prendada en el acto.

Y, por si todo eso fuera poco, tenía el corazón más grande que Julie había visto jamás dentro del cuerpo de una persona. Pero esa noche la iban a pasar juntos. Pero, como futura esposa de Matthew MacLachlan, presidente de MacLachlan Marine desde la muerte de su padre, tenía una responsabilidad frente a los medios de comunicación. La prensa siempre estaría presente en su vida, tanto en los buenos momentos como en los malos.

Cuando se había conocido la noticia de que Matt estaba a punto de declarar la empresa en quiebra por las arriesgadas inversiones de su difunto padre, las Bellas le habían propuesto celebrar una boda íntima, para los familiares y los allegados más cercanos. Por eso, las luminosas sonrisas que Julie dedicaba a las cámaras era, en cierto modo, un gesto de agradecimiento. Aquella mujer había estado encima de toda la historia durante los últimos meses. La nueva depuradora de agua que él mismo ha creado promete revolucionar la industria.

Los nuevos contratos con Jet Stream Industries y Red Line Marine, por no hablar de diversas empresas líderes en el mercado de la locomoción, van a poner a MacLachlan Marine Industries en lo más alto. Veo que es una mujer muy segura de sí misma.

«Contrólate», pensó Julie. He oído rumores de que han estado trabajando juntos en el diseño de esa depuradora tan innovadora. Pero, entonces, recordó la forma en que Matt la había mirado aquella misma noche y se relajó. Yo soy el futuro.

Sin embargo, Julie no fue a reunirse con Matt tal y como deseaba. Y ya había tenido suficientes en los últimos meses. Para satisfacción de Julie, la fiesta no terminó demasiado tarde. Después de los meses que Matt había pasado luchando por salvar su compañía, al fin iban a poder estar solos.

Matthew MacLachlan miró a Julie lleno de orgullo y de amor. La suya había sido una historia llena de obstáculos, desde la negativa de su padre a aceptar a una australiana desconocida, pasando por la presión de los medios, hasta los problemas financieros. Pero, en todas las crisis que habían vivido, Julie había hecho gala de una gran fortaleza y madurez. Se había ganado a todo el mundo con su sencillez, su sentido del humor y su integridad.

Era una mujer extraordinaria, y era suya. Sabía de sobra que al principio se había sentido intimidada por la atención de los medios, especialmente desde que su historia se había hecho pública. De hecho, aquella misma noche se había visto obligada a dedicarles mucho tiempo. Y había estado a la altura de las circunstancias, deslumbrando a los presentes con el traje que él le había comprado en el viaje que había hecho a Nueva York y el diamante de compromiso de la familia MacLachlan.

Su propia madre, que había sentido gran simpatía por ella desde el principio, ni siquiera había tenido que explicarle cómo tratar con todas aquellas personas de la alta sociedad que habían acudido a la fiesta. Incluso había charlado unos instantes con Sara y Elise, sus antiguas novias. Matt había disfrutado observando los rostros de frustración de los periodistas, siempre ávidos de cotilleos y conflictos, al ver a las tres mujeres hablando y riendo de forma distendida. Su madre se había ido discretamente a la cama y le esperaba una noche entera con la mujer que amaba.

Sí, era un hombre afortunado. El que una mujer como Julie lo amara, el que se hubiera sentido atraída por él a primera vista, antes siquiera de saber quién era y el dinero que tenía, le hacía el hombre más feliz del mundo. Cada día del resto de su vida todo sería más y más extraordinario. Julie había demostrado su amor una y otra vez en los últimos meses.

Se había mantenido firme mientras él vendía todos sus activos para salvar la casa donde vivía su madre, reflotar MacLachlan Marine Industries y asegurar los empleos de sus trabajadores. Había esperado día tras día mientras él trabajaba en diseño de la nueva depuradora. Era un milagro, una mujer fuera de lo común, y había llegado el momento de agradecérselo. Una vida no sería suficiente para hacerlo.

Ahora que todo había vuelto a la normalidad y que tenía su vida bajo control, podría proclamar en voz alta, para que lo oyeran todos, que Julie era la mujer más maravillosa que había conocido, que quería estar con ella para siempre. Julie volvió la cabeza hacia él y lo besó suavemente. Julie lo besó de nuevo intentando alejar de su mente las preocupaciones que la asaltaban, pero fue incapaz. Es mi madre.

Había esperado para decírselo esa noche, y ahora alguien se le había adelantado. No con Julie, por supuesto, pero sí con quien fuera que se lo hubiese revelado. Es una parte importante de tu vida, me hubiera gustado saberlo por ti, no por una periodista. Has estado trabajando muy duro para solucionar los problemas financieros de Bodas Bellas.

«Iba a contártelo absolutamente todo, hasta lo de Kirsten y Molly, después de haber pasado la mejor noche de nuestras vidas», pensó Matt con frustración. Y Julie, tan bonita en aquel extraordinario vestido verde y brillando más que el diamante que adornaba su cuello, parecía en aquel momento una flor marchita. El tono de voz de Julie, lo que acababa de decirle, le hizo ver que el problema era más grave aún de lo que le había parecido en un principio. Había herido a la mujer que más amaba.

Al parecer, se dice que ha estado ayudándote en lo de la depuradora. El nombre de aquella mujer resonó en su cabeza como si una bomba hubiera explotado en su interior. Es muy agradable, Matt. Según me contó Jemima, todo el mundo se quedó boquiabierto cuando rompisteis.

Dada la situación, Matt sabía que Julie jamás creería que Elise nunca le había amado como ella lo amaba. Cuando no fui capaz de encontrar a alguien con la suficiente capacidad como para ayudarme en lo de la depuradora, la llamé a ella. Elise y él se habían conocido de pequeños, antes de ir a jardín de infancia. Jemima me dijo que les has dado participaciones.

Ya no hay nada entre ella y yo, Julie. Si Elise lo ha sentido por mí alguna vez, ahora lo único que hay es amistad por ambas partes. Todo lo que he hecho, lo he hecho por nosotros, por nuestro futuro. Su mente se había trasladado al pasado y estaba rememorando de nuevo el dolor que había sentido años atrás, al descubrir mentiras parecidas de un hombre al que había amado.

Matt estaba paralizado. Iba a perder al amor de su vida por una periodista. Me has regalado la mejor y la peor noche de mi vida, las dos en una. Pero las lágrimas que caían por las mejillas de Julie hablaban por sí solas.

Gentilmente, intentando aliviar la tensión, Matt se enderezó y la miró con toda la dulzura que era capaz. Con una última mirada de desilusión, Julie salió de la casa, entró en su coche y se alejó dejando a Matt de pie junto a la puerta, sin saber qué hacer, intentando descubrir por qué su vida se había desmoronado en sólo quince minutos.


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