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🎧 AudioQuin ✅ La Mujer Más Adecuada

🎧 AudioQuin ✅ La Mujer Más Adecuada

Una proposición de un duque... ¡y una boda real!
Enclavado en las montañas italianas estaba el hogar de la aristócrata familia Montefalco. Rodeado de aromática lavanda y de un increíble paisaje, había un bello y aislado refugio… 
Ally Parker había acudido a Italia a buscar respuestas a varias preguntas sobre su pasado, preguntas que sólo Gino, duque de Montefalco, podía responder. En cuanto el guapísimo duque italiano la llevó a su mágica residencia campestre, Ally empezó a enamorarse de él. Pero los secretos y pecados del pasado podrían impedir que Gino convirtiese a Ally en la prometida de Montefalco...


Resumen...

Ally tomó una silla frente a la mesa del teniente. La mujer que murió en el accidente de coche con su marido hace cuatro meses ha sido finalmente identificada por su dentadura y la prueba de ADN lo ha confirmado. Aunque Ally había enterrado a su marido hacía dos meses, necesitaba que llegara ese día para poder dar carpetazo al asunto. Finalmente la mujer tenía un nombre y un origen.

Según la policía que investiga el caso, el duque tenía sus propios hombres buscándola durante todos estos meses. Aunque el detective nunca lo había dicho, ella sabía que sospechaba que su marido había sido infiel. Ella también, y sabía que su matrimonio se había roto en pedazos pero nunca había querido creerlo. Había tenido dos meses para asimilar el hecho de que él no había muerto solo, pero una parte de ella había esperado que la otra mujer hubiera sido de mediana edad, una mujer mayor a la que estuviera acercando a algún lugar por la tormenta.

Se levantó para marcharse y él la acompañó a la puerta de su despacho. Espero que en los próximos meses pueda olvidar esto y seguir adelante. Ally se apresuró a abandonar el despacho y salió por la puerta principal de la comisaría. Sus pensamientos se concentraron en el marido de la mujer.

Acabaría de saber que el cuerpo de su mujer había sido encontrado e identificado. Aparte de meses de sufrimiento desde su desaparición y de su pérdida, tendría que estar preguntándose sobre la importancia de Jim en la vida de Donata. Dondequiera que estuviera el duque Di Montefalco, Ally sabía que estaba pasando un infierno. La niña estaba sentada al lado de Marcello, el hermano mayor de Gino.

Desde que Marcello había sido diagnosticado con Alzheimer y no podía hablar, era una de las formas en las que ella podía expresarle su amor y de sentirlo también. Pasó un minuto y en ese período de tiempo la cara de su sobrina se quedó sin color. La tensión por haber estado meses sin saber nada sobre su madre le habían quitado a Sofia las ganas de vivir. Tu mamá ha tenido un accidente de coche y ha fallecido.

Había ocurrido cuatro meses atrás, aunque Gino había sido informado de su muerte la noche anterior. Aquel día había estado haciendo los preparativos para que Sofia y Marcello se mudaran al campo. Su mirada captó la expresión de dolor de Sofia. Marcello la miró sin entender y sin ser capaz de consolar a su hija.

Gino oía los sollozos desde el asiento delantero y se le hizo un nudo en la garganta. Su sobrina huérfana, ya de por sí introvertida, iba a necesitar más amor y comprensión que nunca. En cuanto a Gino, una vez que organizara con el cura un funeral fuera del alcance de miradas entrometidas para que Sofia pudiera despedirse de su madre en privado, necesitaría incrementar la seguridad para proteger a la familia de la prensa. Carlo Santi, el inspector jefe de policía de la región y uno de los mejores amigos de su familia, estaba haciendo todo lo posible para que la información no se filtrara a la prensa.

Pero esos rabiosos e insaciables buitres de los tabloides invadían su vida sin compasión para encontrar una historia suculenta sobre Gino y su familia. Al principio de la repentina enfermedad de Marcelo hacía dos años, la vena egoísta de Donata había causado estragos en el matrimonio de su hermano y un daño irreparable a su hija. En opinión de Gino, Donata había sido una de las esposas y madres más insensibles y negligentes del mundo. El había luchado para proteger a su hermano y a su sobrina del peor de sus defectos.

Como resultado, había sido forzado a guardar los secretos familiares, que Donata disfrutaba contando a todo el que quisiera escuchar. Sus indiscriminados desahogos habían llegado a la prensa, creando expectación sobre sus vidas, sobre todo sobre la de Gino, a quien Donata había hecho parecer el celoso cuñado que la quería a ella y el título nobiliario para sí mismo. Lo que Donata no había previsto era su propia muerte. Cuando la prensa se enterara del accidente en el que había muerto, todo lo que Gino había hecho para mantener los asuntos de la familia en privado, se convertiría en un escándalo.

El hecho de que un americano de más o menos la edad de Donata condujera el coche cuando se mataron, provocaría el frenesí de los paparazzi. Esa historia vendería millones de periódicos sin considerar las consecuencias que tendría para Sofia. A su sobrina la podían destrozar los hechos y aún más los maliciosos rumores que los rodeaban. Se enfrentaba a la prensa desde su adolescencia y ahora parecía que le tocaba a Sofia, aunque no sería así si él podía evitarlo.

Agradecida por el respiro, Ally dejó el violín en la silla y bajó del escenario detrás de otros compañeros. Recorrió el pasillo hasta donde pudo estar sola y sacó su teléfono móvil del bolso. Quizá lo hubiera dejado en el teléfono de su casa. El dolor por su matrimonio fracasado y por las circunstancias que rodeaban la muerte de Jim era demasiado profundo.

Después de beber un poco de agua en la fuente, Ally recobró fuerzas para salir del edificio y dirigirse al coche. Quería ver el lugar en el que Jim había muerto, pero su madre no pensaba que fuera una buena idea, porque visitar el lugar del accidente sería demasiado doloroso. Pero Ally no podía sentir un dolor más intenso del que ya sentía. También necesitaba ver la casa de la familia de Donata, incluso llamar al duque para darle el pésame cuando llegara a Montefalco.

Con el coche aparcado en el garaje, sólo le quedaba llamar un taxi y, mientras lo esperaba, escuchó el mensaje que tenía en el teléfono de su casa desde la mañana del día anterior. No tengo tu dirección ni tu teléfono, por lo que he estado llamando a todos los James o Jim Parker de la ciudad intentando localizarte. Ally había enterrado a su marido hacía dos meses y el escuchar que alguien quería hablar con él hizo que se estremeciera. Como Jim no iba a ningún gimnasio, llamó para decir que no era.

Colgó pero los dedos de Ally temblaron en el auricular. Cuando el taxi llegó, le dijo al conductor que parara en el gimnasio. El conductor esperó mientras ella entraba en el gimnasio. El hombre la miró y asintió.

Un poco después, salió de su despacho con un ordenador portátil plateado que no le era familiar Troy le tendió un papel. Quiero conservar cualquier cosa que haya pertenecido a mi marido. Lo siento mucho por su marido. Cuando llegó al taxi, metió el ordenador en su maleta, se sentó en la parte trasera y se estremeció al pensar que su marido llevaba ocho meses en un gimnasio sin que ella supiera nada de sus actividades.

Con ayuda de los empleados, Gino ayudó a la apenada Sofia y a su padre a entrar en la limusina que los esperaba fuera de la iglesia. Acababan de enterrar a Donata. Todo se había llevado en secreto aunque la noticia de su muerte había aparecido, finalmente, en la prensa. Algún día, cuando las aguas se calmasen, haría trasladar sus restos a Montefalco.

Aliviado por que aquella parte hubiera terminado, Gino se volvió hacia Carlo, a quien le había pedido que esperara para que pudieran hablar en privado. Es otra estratagema de los paparazzi para arruinar a mi familia. Llegó en un taxi y como precaución el guarda anotó el número de la matrícula. No pienso verte a ti y a Sofia pasándolo mal.

Esas palabras significaron para Gino mucho más de lo que su amigo podía pensar. Alguien llamó a la puerta de su habitación. Ally sólo llevaba una hora acostada y no se lo podía creer. Pero lo peor había sido el horrible día que había pasado en un tren caluroso y abarrotado de gente para llegar a Montefalco.

Tomó la bata que había dejado a los pies de la cama, se la puso y se apresuró a abrir la puerta. La anciana señora parecía cansada y a Ally le pareció que estaba sin resuello. Un coche del palazzo Di Montefalco ha venido por usted. No debe hacer esperar al conductor.

En unos minutos se encontraría, finalmente, con el hombre que quería ver. Después de sus inútiles intentos de localizarlo por teléfono desde Roma antes de subir al tren y después de lo que había ocurrido frente a las puertas del palacio, casi había perdido la esperanza de verlo. Cerró la puerta y tomó su maleta. Le he dejado dinero en el tocador para usted y para su hermano.

Déle las gracias también a su hermano. Abrió la puerta, que daba a un viejo y estrecho callejón, y Ally vio que había un flamante sedán negro aparcado a la puerta. La luz del vestíbulo iluminaba la insignia dorada del halcón de Montefalco que tenía en la capota. Cuando Ally llegó al umbral, un hombre vestido de negro, como los guardias del palacio, salió de entre las sombras y se acercó a ella.

Ally se percató enseguida de la enorme figura del hombre de pelo negro. Algo sobre su conducta impositiva y sus rasgos aguileños hicieron que el cuerpo de Ally se estremeciera en señal de alarma. Con muy pocos movimientos tomó el bolso y la maleta de Ally. Notó que la miraba de forma burlona antes de abrirle la puerta trasera.

Gracias a la luz del interior del coche, Ally vio que se trataba de un hombre ancho de espaldas y de indudable fuerza física. Ally subió al coche y se preguntó si estaría loca por dejar que un desconocido se la llevara de su único refugio en un país extranjero donde no conocía a nadie más que al taxista y a su hermana. La premonición de que iba a necesitar un teléfono creció cuando el hombre se sentó al volante y echó los seguros. Un poco después, Ally sintió que estaba en apuros.

En lugar de subir la colina del castillo, el conductor la llevó por las peores calles de la ciudad. En lugar de haber abandonado la protección de la mujer a aquellas horas intempestivas, Ally debería haber hecho caso a su instinto y haberse quedado en su habitación hasta la mañana siguiente. Por favor, lléveme de vuelta a casa de esa mujer. El conductor aparcó frente a una puerta de acero, sólo iluminada por una tenue bombilla, y le abrió la puerta.

Aquello explicaba por qué no había podido ponerse en contacto con él por teléfono y por qué no la habían dejado entrar los guardias. Ally no pudo impedir que su mirada recorriera sus rasgos masculinos.


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